«Que tengas una hora corta, se desea a las embarazadas aludiendo a los rigores del parto. Un proceso fisiológico que se inicia con una serie de contracciones increscendo hasta provocar 10 centímetros de dilatación en el cuello del útero y culmina con el alumbramiento del feto y la placenta.
El trayecto de 12 centímetros desde el claustro materno al exterior es el viaje más arriesgado de la vida. Un periplo de mucho más de una hora. Seis, doce, quince horas son tiempos habituales entre dilatación y expulsión.
El dolor, los nervios, incluso el miedo, son consustanciales a la aventura de parir. Pero también la ilusión, la alegría, incluso la euforia. La experiencia es tan intensa que en muchas cenas de cuarentones ellos acaban contando sus milis y ellas sus partos. Y cada una lo cuenta como le fue (reportaje en El País Semanal)».
El trayecto de 12 centímetros desde el claustro materno al exterior es el viaje más arriesgado de la vida. Un periplo de mucho más de una hora. Seis, doce, quince horas son tiempos habituales entre dilatación y expulsión.
El dolor, los nervios, incluso el miedo, son consustanciales a la aventura de parir. Pero también la ilusión, la alegría, incluso la euforia. La experiencia es tan intensa que en muchas cenas de cuarentones ellos acaban contando sus milis y ellas sus partos. Y cada una lo cuenta como le fue (reportaje en El País Semanal)».